Campaña 2025/26: sin limitantes hídricas, la nutrición fue clave
Con rindes récord en trigo y cebada, el desafío de esta campaña ya no está en el agua, sino en el manejo de los nutrientes, como el nitrógeno, fósforo y azufre, ya que será determinante para evitar pérdidas de calidad y competitividad en los planteos de doble cultivo trigo/soja de segunda y en los maíces tardíos.
La campaña agrícola 2025/26 se presenta con condiciones excepcionales: perfiles hídricos recargados y rindes históricos en los cereales de invierno. Sin embargo, cuando el agua deja de ser la limitante, la nutrición se convierte en el factor crítico para sostener rendimiento y calidad.
¿Qué pasa con la proteína de trigo?
Para alcanzar proteína comercial (≥10,5%), el trigo necesita aproximadamente 30 kg de nitrógeno por tonelada de rendimiento esperado. Con rindes proyectados en gran parte de la zona agrícola por encima de los 50 o 60 quintales por hectárea y con una oferta limitada de nitrógeno, los niveles de proteína pueden caer, y derivar en complicaciones a la hora de negociar los precios de comercialización.
“Si bien, en lo que va de la campaña se ha registrado un aumento del uso de fertilizantes en un 6% respecto de la campaña pasada, podemos confirmar que esto se debe al aumento de superficie sembrada de trigo + cebada, pero no a la mejora de las dosis aplicadas, necesarias en un contexto de alta productividad”, aseguró la Ing. Agr. María Fernanda Gonzalez Sanjuan, Gerente Ejecutivo de FERTILIZAR AC. Además, enfatizó que los trabajos publicados en este sentido reafirman que, cuando el trigo presenta valores bajos de proteínas, seguramente resignó rendimiento también.
Soja de segunda y lotes agotados
Se estima que cerca del 45% del área de soja de esta campaña sea de segunda. Luego de un trigo con altos rendimientos, es fundamental ajustar la estrategia de fertilización en esa soja; un cultivo de trigo de rendimientos elevados (récord en muchas zonas) implica necesidades nutricionales acordes a esta productividad, por lo que es muy probable que una parte importante de las reservas de nutrientes del suelo, especialmente fósforo (P) y azufre (S) se encuentren agotadas o, al menos, ciertamente limitadas.
Si no reponemos estos elementos, la soja enfrentará limitaciones nutricionales que afectarán su crecimiento, nodulación, rendimiento y calidad final (expresada como % de proteína). Recordemos que la soja, aunque fija nitrógeno atmosférico, necesita fósforo, azufre y otros nutrientes para desarrollar raíces y maximizar la fijación biológica del nitrógeno, nutriente que además de generar rendimiento le permitirá generar las “valiosas proteínas” de la soja.
“Los ensayos en la región pampeana muestran que la soja de segunda responde significativamente a la fertilización fosfatada y azufrada”, afirmó el Dr. Esteban Ciarlo Responsable Técnico de la entidad.
Y recordó que en suelos con menos de 15 ppm de P (Bray 1), se recomiendan dosis de 15 a 25 kg/ha de P (equivalente a 35-55 kg/ha de P₂O₅) y de 10 a 15 kg/ha de S, preferentemente aplicados al momento de la siembra. Estas prácticas pueden incrementar los rendimientos en el orden del 20 al 25% en soja de segunda, lo que equivale a 400-500 kg/ha adicionales, además de mejorar la concentración de nutrientes (y por ende de proteína) en el grano. “Invertir en una nutrición balanceada no sólo mejora el rendimiento del cultivo actual y su calidad, sino que apunta a mirar con faros largos la salud del suelo para las próximas campañas”, agregó Ciarlo.
Temprano o tardío, es maíz
La siembra de maíz temprano prevista inicialmente para la presente campaña se ha visto afectada en varias zonas por complicaciones logísticas ligadas a excesos hídricos, por lo que es probable que muchos lotes se deriven a siembras de maíz tardío. En este sentido, es importante destacar que las expectativas de rendimiento del maíz tardío este año son mayores a la de campañas anteriores, por lo que es indispensable hacer análisis de suelo y planificar una nutrición del cultivo acorde a una mayor productividad.
El Dr. Ciarlo destacó que “el nitrógeno, el fósforo y el azufre constituyen los nutrientes esenciales más determinantes para garantizar un adecuado desarrollo del maíz tardío, ya que intervienen directamente en procesos clave como la síntesis de proteínas, la formación de estructuras celulares y la generación de energía. De igual forma, no debe pasarse por alto la importancia del potasio, especialmente en regiones específicas como el este de la provincia de Entre Ríos y Corrientes, donde las deficiencias de este elemento pueden limitar el rendimiento”.
Asimismo, aclaró que los micronutrientes, en particular el zinc, cumplen funciones críticas en la activación enzimática y en la regulación del crecimiento, por lo que su aporte resulta indispensable para alcanzar el máximo potencial productivo del cultivo. En este contexto, una estrategia de fertilización balanceada, basada en el muestreo y el análisis de suelo y en las condiciones locales de crecimiento, se vuelve fundamental para garantizar el éxito del maíz tardío.
Perspectivas para esta campaña
Se espera que el uso de fertilizantes en la campaña 2025/26 supere los 5 millones de toneladas, representando algo más del 7% de crecimiento respecto de la campaña 2024/25. “Es momento de aprovechar cada milímetro de agua disponible y transformarlo en grano con los cultivos de verano. Para ello, el adecuado diagnóstico y una correcta nutrición, son fundamentales”, concluyó la Ing. Agr. Gonzalez Sanjuan.
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