Córdoba, hincha de instituto, rock nacional y biológicos "Made in Salvagiotti"
Nacido en Córdoba e hincha de Instituto, el investigador del INTA Oliveros, Fernando Salvagiotti cuenta algo de su historia personal mientras plantea una mirada agronómica integral para abordar el manejo de los nutrientes y el rol de las tecnologías biológicas en los sistemas productivos, así como advirtió sobre los límites que aún tienen algunos productos biológicos cuando se evalúan a campo.
“Trabajamos a nivel de cultivos y sistemas de producción. Si bien hay muchos efectos positivos usando bioinsumos en condiciones controladas, como cambios fisiológicos o morfológicos de las plantas, eso no siempre se traduce a campo si no lo entendemos dentro de una escala más elevada”, explicó. De ahí que remarcó “los desafíos actuales no pasan solo por aumentar la producción, sino también por optimizar el uso de los recursos, evitar la erosión, reducir la contaminación y lograr un aporte nutricional eficiente”.
“Tenemos deficiencia de fósforo, bajos contenidos de materia orgánica y cambios de pH que afectan el valor nutricional del suelo. Eso limita el rendimiento potencial y profundiza las brechas productivas”.
En ese contexto, destacó que el manejo de tecnologías, incluidos los productos biológicos, debe hacerse” con una base agronómica sólida”. Ejemplificó con los casos de la soja, arveja y maíz y las demandas de nitrógeno. “Cada uno responde en función de su fisiología y de las fuentes disponibles del nutriente”, ya sea por vía sintética, simbiótica o biológica.
Uno de los puntos centrales de su exposición fue el análisis de los inoculantes microbianos. “Un inoculante es una herramienta agronómica basada en microorganismos vivos seleccionados, que pueden aportar nutrientes o promover el crecimiento de las plantas. Pero los efectos a escala de campo suelen ser moderados: rendimientos que suben entre 7 y 10%, con mejoras más visibles en la biomasa radicular durante los estados vegetativos”, precisó.
Finalmente, Salvagiotti mostró un análisis global de los aportes relativos de nitrógeno por fijación biológica. “Una simbiosis como la de rizobios con leguminosas puede aportar hasta 130 kilos de nitrógeno por hectárea al año. Pero otros microorganismos asociados, como los de vida libre o aquellos que habitan en la rizósfera, contribuyen mucho menos, entre 5 y 10 kilos. Por eso es clave entender el impacto agronómico real de cada tecnología”.
En las conclusiones, el investigador del INTA sostuvo que los biológicos no deben ser vistos como soluciones mágicas, sino como herramientas complementarias dentro de un manejo agronómico bien fundamentado. “Este es el campo de juego sobre el que tenemos que trabajar”.
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